A los ojos de los demás, cuantas más posesiones y popularidad puedas ganar, más vales.
“Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.”
Salmos 91:14
Por lo general la gente te valora por lo que posees, pero uno mismo no entiende hasta dónde llega el valor que hemos adquirido; definitivamente en el antes y el después se concentra el determinar lo que valemos.
¿Has pasado por alto tu vida y tu buena salud como una de tus mayores posesiones?
Pero, la verdadera pregunta es esta: cuando estés muerto, ¿cómo te habrás beneficiado, incluso si has ganado la riqueza del mundo?
¿No desearía que hubiera una manera de dejar tu bienestar y luego vivir para siempre?
¡Tú puedes! Pero eres un pecador y eso te condena a muerte.
Tu castigo ha sido pagado por Jesús, el Hijo de Dios. Este regalo de la vida eterna se te ofrece sin costo alguno.
Fuera de Cristo nuestro valor es terrenal y por supuesto temporal, más cuando entregamos todo lo que somos y poseemos al Señor, entonces lo que obtenemos a través de él nos eleva a ser de inmenso valor.
Jesús solo te pide que lo recibas, guardes sus mandamientos y acumules tesoros en el cielo.
¿Lo recibirás?
Juan 3:16 - Marcos 8:36-37 - Juan 14:6 - Mateo 6:20
Romanos 6:23 - Juan 1:12 - Mateo 6:19-20 - Salmos 49:6-12